Barquito en los Años 50 ' 60

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Barquito en los Años 50 y 60

by Gary Woodroffe

 

Yo me crié en Barquito en los años 50 y 60. En esa época, había varios aventureros que pasaron por el puerto de mi pueblo. Muchos de ellos estaban dando la vuelta al mundo. Pararon en Barquito por varios razones, pero la razón mas frecuente era porque sus vehículos estaban “en pana”, averiados, y querían comunicarse con alguien que hablara inglés. Barquito era como una especie de "Meca" para los viajeros con problemas, y como mi padre era chileno de origen inglés, él siempre les encontraba hospedaje en las casas de huéspedes, y los ayudaba a hacer sus reparaciones en la maestranza. La mayoría de los viajeros eran norteamericanos, canadienses, británicos o australianos.

Unos de mis grandes placeres de cabro chico, era explorar el puerto, y como todo el mundo me conocía, podía ir adonde quería. Una día encontré un auto viejísimo aparcado en la maestranza. El auto era un Austin Siete de 1927. Regresé a mi casa para contarles a mis padres de mi descubrimiento. El dueño de este auto tan pequeño y viejo, estaba sentado en muestro living tomándose una cerveza. Este señor inglés se llamaba John Coleman y era un maestro de escuela. Su viaje empezó en Buenos Aires, y terminó en Nueva York, EE.UU. Cuando su Austin Siete quedó reparado, nuestro viajero inglés continuó su odisea hacia el Norte. Al año siguiente, ¡amigos nuestros en Nueva York vieron a John Coleman en un programa de televisión, hablando de su aventura! Más tarde, escribió un libro describiendo su viaje, titulado “Coleman’s Drive” o “El viaje de Coleman”. Habló bien de Chile y Barquito.

El próximo año llegaron dos australianos en un Austin Siete del año 1929. Estos jóvenes eran súper altos, y como el auto era de dimensiones pequeñas, parecían payasos en un auto de circo. Luego, llegó a Barquito una expedición de la revista “National Geographic” en un 4x4 fabricado especialmente para ellos por la marca Jeep. Uno de los miembros del grupo le gustó tanto Chile, ¡que se llevó una chilena de recuerdo! También, llegó un matrimonio de Estados Unidos montado a caballo. El era un mayordomo y ella era cocinera para una familia rica de la ciudad de Washington DC. El iba a escribir un libro sobre su viaje por el mundo, pero nunca vimos su publicación. ¡Es un misterio cómo consiguieron alimentar a los caballos en el desierto! Dos canadienses tuvieron un accidente bastante grave en sus motos Harley Davidson cuando viajaban de noche. Chocaron contra un camión que estaba “en pana” y sin luces en la carretera. Mi padre los llevó al hospital de Barquito, y como siempre, les reparó sus motos. En el año 65, una liebre Volkswagen (casa rodante) paró en Barquito porque su motor Porsche falló, y pasó varias semanas esperando repuestos. Cuando su vehiculo por fin quedó reparado, el dueño abrió las puertas de su liebre VW y dio una fiesta como gratitud por la generosidad y amistad Barquiteña. Otro señor pasó por Barquito “a dedo” camino al Africa. Como siempre, este joven se hizo parte de nuestra familia. Lo que más recuerdo era su apetito extraordinario. Después que comimos una gran cena, estábamos relajándonos cuando mi madre salió de la cocina exclamando que... ¡la comida del perro había desaparecido! Nuestro invitado admitió más tarde que cuando vio la comida, no pudo resistir y, ¡se comió la comida del perro!

De todo los viajeros, el que más me impresionó, fue un sheriff y su esposa de California, que viajaban en una casa rodante, gigantesca. Tenían problemas por unas vibraciones en las ruedas. Era un vehículo impresionante, inmenso, como un cohete de la NASA. Barquito dio una fiesta en honor del sheriff y su señora. Los dos empezaron a tomar pisco hasta que quedaron bien “alegres”. La Gringa empezó a bailar de una forma muy animado con un invitado, por lo que el sheriff se puso celoso y salió furioso de la fiesta. Cuando regresó, media hora después, tenia una pistola con la intención de salvar su honor, e iba a matar al chileno que había "pinchado" con su esposa. Como siempre, mi padre, el diplomático, le estimuló la imaginación al sheriff con cuentos inventados sobre la crueldad de los pacos barquiteños y sus instrumentos eléctricos en casos de asesinato. Con esto, el sheriff se calmó. La próxima mañana, el sheriff, su esposa arrepentida y “el cohete” con sus ruedas vibrantes, salieron tempranito por la mañana sin dar siquiera un “hasta luego”.

La noche antes que nuestra familia saliera de viaje, en 1967, mi padre escuchó ruidos extraños en el jardín de nuestra casa. Sacó su pistola y disparó. Con el ruido del disparo, un asustado viajero inglés se arrodilló en frente de mi padre, rogándole que le perdonara su vida. Resulta que al joven le habían dado nuestra dirección, pero como era muy tarde, decidió no molestar a mi familia, y estaba durmiendo en nuestro jardín. El joven estaba dando una vuelta por el mundo “a dedo”. Como mi viejos se iban a Londres al día siguiente, el chico le pidió que se pusiera en contacto con su familia en Inglaterra. Su padre era un “Lord” inglés, y cuando mis viejos llegaron a Londres, el padre del joven, que era un político, invitó a mis viejos al “House of Lords” (Parlamento Británico) para tomar el té. No creo que mi viejo le haya contado al Lord durante el té, ¡que casi había matado a su aristocrático retoño!

Saludos Gary Woodroffe